También es verdad que esos sentimientos positivos se concentran en mitad del recorrido, porque el comienzo y el final no lo han sido tanto. El comienzo por el viento lateral y el final por el mucho tráfico al acercarme a Cáceres.
Efectivamente , al poco de salir de Grimaldo había una pequeña subida y al final de la cual me encuentro un cartel de Puerto de los Castanos. Sinceramente me sorprendió qué tan leve subida mereciera un nombre propio. No solo eso, sino que a los pocos metros había también una casa decorada con colores. Muy estridentes y con un rótulo que rezaba Club Puerto de los Castanos (aunque sospecho que, en este caso, «rezaba» no es la palabra más adecuada para describir el contenido del rótulo. O sí, nunca se sabe). Poco después me quedó claro el porqué de tildar de «puerto» a tan exigua cuesta. Y es que la otra vertiente tenía de todo menos de exigua. Puede parecer esto una buena noticia, pensando que las cuestas hacia abajo son una bendición para un ciclista, pero en esta ocasión había factor que hay que tener muy en cuenta: el viento que durante todo la bajada fue lateral y muy fuerte. En Román paladino: iba cagado. Así que los primeros kilómetros más que una fuerza de piernas se convirtieron en un esfuerzo de manos. Para colmo había bastante tráfico y con muchos camiones. Pero en algún momento dado distingui algo que parecía casi el mar: el embalse de Alcántara, conocido oficialmente como José María Oriol, falangista, alcalde de Bilbao durante la dictadura y uno de los procuradores de las Cortes franquistas que se opuso a que se dieran libertades democráticas a los españoles, incluso después de la muerte de Franco.
Uno de los grandes hitos de hoy era cruzar el Tajo. El primer gran río que me encontraba en mi camino. Esta es una de las grandes sensaciones. Cuando se va en bicicleta: tengo la sensación de que cuando se viaja por otros medios, simplemente te trasladas de A a B. Sin embargo, con la bicicleta vas recorriendo la geografía, esos hitos que estudiaste de pequeño, ayer como quien dice.
Ya he adelantado que la otra parte no tan positiva fue la llegada a Cáceres, más que nada por el tráfico muy intenso que no hacía agradable el pedaleo, pero es un peaje que hay que pagar. Por contra, se puede disfrutar de paisajes como los que he visitado hoy.
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