He estado pasando una semana maravillosa en Santander en un curso para jóvenes de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo y a la vuelta me propongo ir desde Salamanca hasta Sevilla. Como he dicho anteriormente.
La idea es hacer parte del recorrido de la Vía de la Plata, que también es el Eurovelo 1. A a la vuelta de Santander me han dejado en Salamanca y he empezado la ruta. Como ya era tarde, el plan inicial era simplemente llegar hasta un pueblo que está poco más de 15 km de Salamanca. Aunque a todos nos gusta que los planes salgan bien, y no solo al coronel John "Hannibal" Smith, hay que estar preparado mentalmente ante las adversidades, porque todo se ha torcido un poco nada más salir de Salamanca, ya que me encontré que mi ruta estaba totalmente cortada. Así que tocaba encontrar vía alternativa. No fue tarea fácil y eso que contaba con toda la tecnología con la que puede uno contar. Pero, aun así, estoy casi seguro que di alguna vuelta de más y que mis piernas tuvieron que pedalear algunos kilómetros extras. No solo eso, sino que además, en vez de realizar la ruta por la carretera más o menos aceptable y asfaltada, me encontré en mitad o, más bien, al comienzo de una senda bastante pedregosa que no permitía avanzar demasiado rápido, al menos a mí, un sexagenario, cada vez más cerca de los setenta y algo pasado de peso, aunque con una media aceptable forma física.
No lo he comentado anteriormente, pero la meseta castellana me recibía con unos agradables casi 40 grados centígrados que, francamente, no ayudaban. Pero no culpemos de todo a dicha meseta, ¿qué podríamos esperar un 15 de agosto? Así que el comienzo de mi aventura era encontrarme en un camino desconocido, con unas temperaturas demasiado altas, sin comida y con no demasiada agua: no hay mejor forma de empezar una ruta.
Todo consiguió enmendarse y al cabo de 30 minutos conseguí volver a la ruta original. Y poco más tarde llegué a mi objetivo, un hotel que ya había reservado. En dicho alojamiento no me han puesto las cosas demasiado fáciles. En primer lugar, no me han dejado subir la bici a la habitación, cosa que también encuentro relativamente normal, pero también ha sido imposible sacar algo de comida de la máquina de vending que había y creo que la tienda o el bar más cercano se encuentra en Salamanca, justo al principio de mi ruta. Así que aquí me encuentro, tumbado en la cama, sin haber comido absolutamente nada, pero relativamente contento. Veremos mañana que nos depara el día.
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