sábado, 27 de abril de 2019

En Mitad del Mundo (III)

Por la mañana hoy tocaba la última de las actividades: visitar y dar talleres en el Museo Interactivo de Ciencias. Sofía, nuestra genial, cariñosa y eficiente anfitriona nos recogió temprano para desayunar. Otro sitio espectacular, y van... Fruta, chocolate, jugos, etc. Todo muy bueno y todo mucho. Nos arrastramos como pudimos hasta el coche y llegamos al MIC. El edificio es una antigua industria textil y se ha conservado buena parte de su estructura. Mucha gente asistiendo a los talleres y muy interesadas. Después visita al centro de Quito, empezando por otra comida en un sitio para recordar: Vista Hermosa: una casa en el centro con una terraza con vistas impresionantes. Por desgracia, el resto de la tarde no paró de llover, pero ello no impidió a este vuestro humilde e intrépido cronista y a todo el grupo visitar el centro de Quito plagado de iglesias (muy interesante la de Santo Domingo) y de leyendas, algunas se refieren a la supuesta energía que se tiene en algunos puntos de la ciudad, aunque el guía no supo precisar muy bien cuando se le preguntaba sobre ella (¡qué sorpresa!), pero las más divertidas tenían que ver con las construcciones de la Iglesia de Santo Domingo, pero, sobre todo, con la Basílica. Al parecer, si se concluye la construcción de la Basílica, la virgen del panecillo, la que está en lo alto de un cerro en el centro de la ciudad, romperá las cadenas que la unen al suelo, saldrá volando y Quito (o el mundo según como de emocionado estuviera nuestro guía) será destruido en un gran terremoto. Puede que sea la más espectacular excusa a la procrastinación hecha nunca.
Para aliviarnos de tanto cataclismo, dimos nuestros huesos en la República del cacao. En ese sitio tenían, además del chocolate que tomamos, sombreros Panamá, que, como todo el mundo sabe, son de Ecuador. Entre todos, destacaba uno que se notaba de una calidad fantástica, se lo comenté a Clara, la cual no dudó en ir a preguntar a pesar de que yo le decía que los sombreros de esa calidad tenían que ser carísimos. Lo son: 1500$.
Ya era de noche cerrada (a las 19h. ya lo es) y nos recomendaron ir al jardín botánico que tenía un espectáculo de luces y sonidos. Realmente, pasear por esos senderos totalmente cubiertos de plantas y con la iluminación que las acompañan ha merecido al pena.
Un fantástico día que ha concluido en el que ya es nuestro bar de referencia en Quito: el Sinners, al cual solo llegamos Facundo, un invitado argentino, líder del Gato y la caja, Clara y yo.





















































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