miércoles, 24 de abril de 2019

En Mitad del Mundo (I)

Existe un monumento en Quito, llamado Mitad del Mundo, la línea del ecuador pasa por él (o no, pero así lo venden. En realidad, está a unos 240 metros al sur de la línea del ecuador) y nuestra intención es visitarlo en estos días, sin decir ni mu sobre su errónea situación (ya hay muchos tiquismiquis que lo dicen en multitud de sitios, aunque puede que tiquismiquis no sea la palabra adecuada). Hoy es nuestro primer día en Quito y es mi intención, si las fuerzas me acompañan, tratar de ir narrando lo que por estos lares veamos y nos acontezca.

Empecemos por el principio: ¿qué hacemos aquí? El caso es que existe en Ecuador un grupo muy entusiasta que está intentando lazar la divulgación científica en el país y que se decidieron a montar un congreso sobre dicha temática. La principal organizadora ya conocía a Clara de varias ocasiones y así la matemática pelirroja fue la primera de las invitadas a participar. Algunos dirán que yo me invité llevado por la envidia de que ella visite Ecuador y que yo no lo conozca, pero no están en lo cierto, la realidad es que me decidí a venir por la envidia cochina de que da que ella visite Ecuador y que yo no lo conozca. Así que estamos aquí para participar en numerosas actividades relacionadas con dicho congreso.

Sobre el vuelo nada reseñable: muchas horas pero bien llevadas por estos intrépidos viajeros. Y gracias a las maravillas tecnológicas de las que disfrutamos en la actualidad, esta mañana temprano, a las 6:30 estábamos aterrizando en el aeropuerto de Quito en el que nos esperaba la organizadora del congreso a la que llamaré, entre otras cosas porque así se llama, Sofí(a). Ella todo amabilidad y eficiencia nos llevó a nuestro alojamiento, una fantástica residencia vinculada a la universidad UTE en la que se va a celebrar el congreso. Allí recogimos a Facundo, otro de los invitados, argentino, y fuimos a desayunar en un local cercano para, posteriormente, dar un pequeño paseo en busca de una farmacia en la que conseguir champú, jabón liquido, etc. Todas las calles alrededor de la universidad está plagadas de minúsculos restaurantes en los que se anuncian platos que nos llaman mucho la atención y que entran ganas de probar todos. Es por ahora lo único que conocemos de Quito, pero no deja de tener su encanto.

Después de descansar un rato nos volvió a recoger Sofi para ir a comer los cuatro juntos. La casa de la humita nos recibió con muchos platos desconocidos y deliciosos, tanto del mar como del interior. Lo único malo es que comimos demasiado.

El episodio de ópera bufa que no debe faltar en cualquier viaje que se precie ocurrió justo después de la comida. Fuimos a un banco a cobrar unos cheques ya que Sofi ha conseguido financiación por parte de la Organización de Estados Iberoamericanos. Los cheques eran nominales y nos pidieron en la sucursal que los firmáramos, cosa que hicimos con suerte desigual: yo conseguí cobrarlo a la primera, pero Clara y Facun no corrieron la misma suerte: sus firmas no se parecían lo suficiente a las que aparecían en los pasaportes. Si alguien quiere hacerse una idea de cómo fue el examen de las firmas de ellos por parte de un par de empleadas de banco no tiene más que ver algún capítulo de la casa esa de subastas que lleva una familia de abuelo, padre (parece falso Rick) e hijo en las Vegas cuando llaman a un experto para que confirme que una firma de Lincoln es auténtica. Después de llamadas de la presidenta de la OEI en Ecuador y de perder más de una hora, el consejo de una de ellas a Clara fue que volviera al día siguiente y que fuera practicando su firma. En ese momento vi la matemática pelirroja perdió parte de su compostura y eso que sospecho que lo que vimos no fue más que la punta del iceberg de su enfado. Al final la decisión salomónica fue que Clara cobrara su cheque y que el argentino no.

Vuelta a la universidad para firmar algunos papeles y a la residencia para terminar de preparar nuestras charlas y ver si somos capaces de comernos una fracción aceptable de toda la comida que nos ha dejado para esta noche por si no queríamos salir por el cansancio del viaje.









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