viernes, 30 de marzo de 2018

De soviéticas maneras (VII)

Pues esto se está acabando, amigos (y sobre todo, amigas, que uno escribe siempre con la intención de embaucar a alguna incauta que se deje arrastrar por mi florido verbo hacia universos que se imagina aunque yo no los he prometido, qué conste). No se si mañana dará lugar a crónica, pero no es imposible que esta sea la última.
Vamos ahora a jugar a una especie de juego de la oca, cuando vean el símbolo de un dado las que sean madres, abuelas y tías demasiado timoratas de adultos que me acompañen, se han de saltar hasta el siguiente dado (como en el juego de la oca ¡qué divertido).

Dos adultos que viene en este viaje cometieron anoche error de libro número uno si se viene a Rusia: salieron a dar una vuelta (supongo que movidos por el interés etnográfico de conocer a hembras de otras latitudes y culturas). Creo que no llegaron a intimar con ningún ejemplar femenino de nuestra especie, pero sí que un para de rusos hicieron amistad con ellos y se empeñaron en realizar la tradicional ceremonia de brindis que describen en todos los libros de costumbres de estos pagos. Quiero pensar que ellos no están muy acostumbrados a la ingesta de bebidas espirituosas y, de resultas de esa noche, esta mañana fue de intensa resaca.

Como un complemento al capítulo dedicado a nuestra búsqueda de alojamiento en San Petesburgo, me gustaría añadir algo de información sobre el nuestro actual: está muy céntrico, buenas habitaciones y aceptable servicios, pero su acceso no deja de ser algo sórdido, con la llave magnética se puede abrir esta reja:


Por la que se accede a un patio en el que hay un poco de todo (sí, lo de la izquierda es un inodoro).


 Y a través de la puerta del fondo se llega a nuestras escaleras:
Pero hay que tener en cuenta que las dos habitaciones para los cuatro nos salen a menos de 9€ por cabeza y por día. La relación precio calidad es fantástica.

Hoy hacía un tiempo primaveral en San Petesburgo, al salir la temperatura era de -2º, pero se notaba perfectamente que ya no "disfrutábamos" del frío de días atrás.

La indumentaria no era "postureo", realmente se notaba la subida de temperatura. Al margen de eso, sí, están un poco mal de la cabeza, pero eso debe seer culpa de sus respectivas madres.

El plan hoy era continuar con las peregrinaciones bolcheviques y dirigirnos al museo de Historia política de Rusia. El edificio que lo alberga lo mandó construir una prima ballerina que tuvo el buen ojo y el poco estómago de liarse con una buena proporción de la sección masculina de la familia Romanov, la familia real. Y se ve que el ballet o las amistades le dieron para vivir holgadamente (o los bancos en esa época daban unas condiciones hipotecarias cojonudas). La mujer tenía que ser de armas tomar porque, al parecer, el director del ballet la consideraba prima ballerina pero menos prima que otras y los papeles mas difíciles o lucidos se los solía dar a otra. El caso está que en una representación tenían que aparecer en escena brevemente unas gallinas cuando nadie bailaba, pero cuando la prima "por la gloria de mi mare" ballerina (esto es, la otra) estaba en mitad de una de sus piezas, la buena de Matilda Kshesínskaya (que así se llamaba la prima "pero no tanto aunque se había trajinado al zar" ballerina) soltó las gallinas, aunque le salió el tiro por la culata, porque la otra siguió bailando como si tal cosa y se acabó por llevar la mayor ovación de la noche. El caso es que cuando la revolución, Matilda se debió sospechar que sus relaciones con la familia de los zares no era el mejor de los salvoconductos y, en cuanto pudo, se marchó a Francia, quedando el edificio abandonado, pero por muy poco tiempo, ya que el partido bolchevique lo tomó como su cuartel general y en él estableció Lenin su despacho. Pero no solo eso, de vez en cuando salía a arengar a las masas y hay un cuadro relativamente famoso que lo recoge:
Resultado de imagen

Así que no cabe duda de que esa casa es una visita obligada si se va de peregrinación bolchevique. El museo en sí no está mal, aunque buena parte de la información está exclusivamente en ruso, pero unas tarjetas contienen la traducción al inglés de lo esencial. Sí que me parece un tanto deshonesto, ya que buena parte de su atracción (y casi el 95% del merchandising que venden) se basa en los bolcheviques, pero los textos los critican mucho (seguro que con razón), mientras que a los zares los dejan relativamente bien parados.
Aunque nos queda un día, sí que tenemos ya la sensación de despedida, pero supongo que volveremos a este país que nos ha llamado mucho la atención.



Despacho de Lenin y al fondo, la puerta que da al balcón desde el que daba sus discursos.






4 comentarios :

  1. Pos yo sí que he caído con el florido verbo de tan bonitas aventuras. Qué lástima que vaya llegando a su final.

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    1. Habrá otras aventuras (supongo), pero ésta ha merecido la pena. Por otra parte, sé que tú me quieres, así que no eres un público objetivo.

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  2. No quiero pensar cómo es la habitación cuando no te has atrevido a poner la foto! Aún así aunque ya no soy tan incauta, siempre me encanta leer tu florido verbo. Del vodka hablamos a la vuelta

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    1. No seas tan mal pensada, la habitación no estaba mal en absoluto, simplemente que no he sacado foto. Tú también me quieres, así que tu opinión tampoco es objetiva (en tu caso menos puesto que el viaje implicaba a tu vástago).Del vodka habla con tu hijo.

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