jueves, 29 de marzo de 2018

De soviéticas maneras (VI)

Hoy ha tocado relajarse un poco y recuperar los cuerpos de las palizas dadas en los días anteriores en los que hemos venido a recorrer una media de 30 km diarios, así que no esperen mis queridos y amables lectores (recuerden, sobre todo, esa palabra clave: amables) aventuras como en otras entregas de estas crónicas. Como decía Baudalaire, solo la juventud aspira a ser sublime sin interrupción.
Hemos paseado por Nevsky Prospect y nos hemos acercado a la trampa para turistas al mercadillo de recuerdos cercano a la iglesia con un nombre que difícilmente se puede confundir con el de un espectáculo de humor: Iglesia del Salvador sobre la sangre derramada. Aparte de las matrioskas y con una intersección no nula con ellas, la gran estrella de los souvenirs en la actualidad en Rusia parece ser Vladimir Putin, que aparece en todo tipo de camisetas siempre destacando su componente más machote: normalmente con gafas de sol perdonándote la vida (o no), pero sin duda, mi favorita es una imagen en la que aparece montado sobre un oso pardo cual vaquero siberiano. si viajas a Rusia y en el calor de la visita llegas a la conclusión de que es una fantástica idea comprar una de dichas camisetas, trata de pensar si te la vas a poner más de una vez cuando vuelvas a casa (ni hablar en pensar en regalársela a nadie, ya te confirmo que no la van a apreciar..., y hacen bien). También hay platos con su imagen, matrioskas que pretenden ser una clase de historia ya que aparecen (de mayor a menor): Putin, Yeltsin, Gorbachov, Brezhnev, Kruschov, Stalin y Lenin (saltándose a Andropov y a Chernenko que los pobres dejaron poca huella).
Movidos por el afán de intentar conseguir algún recuerdo de la extinta URSS que mi hijo el gafotas quiere a toda costa, subimos a un llamado "Museo de la vida cotidiana en la URSS" que es la prueba evidente que echándole imaginación y muy poca vergüenza se puede una ganar la vida de forma más o menos cómoda. Dicho "museo" contiene en un par de habitaciones objetos que hace 30 años o más que las familias de las que lo regentan tendrían en sus casas. Naturalmente, si algo tiene más de 30 años (y menos de 100) pertenece a la vida cotidiana de la URSS y, por lo tanto, tiene cabida en tan magna exposición jerseys, bolsas de deportes, un par de máquinas de escribir (que no sé qué tiene de particular "soviético" puesto que en el resto del mundo también se usaban las máquinas de escribir), zapatos, etc. Mi hijo se encariñó con unos pósters y le pregunté el precio a una que nos atendió y me dio un precio un poco alto (250 rublos), después vio otro montón y ella misma dijo que valían 150 rublos. Escogimos dos de cada montón y al ir a pagar me pidieron 1000 rublos, naturalmente protesté y se pusieron las dos encargadas/guías/dependientas a discutir. en un momento dado me dicen que esperen y sacan algo que sí es una reliquia de la época soviética: un cuaderno con anotaciones, se ponene a pasar las páginas disimulando y mirándome la cara, que yo procuraba mantener lo más seria posible para intentar hacerles ver que estaba muy contrariado, hasta que llegaron a la conclusión de que se había equivocado la que me pretendía cobrar y que todos valían 600 rublos. Evidentemente, la visión de tantas imágenes de Putin en camisetas me sirvió para mostrar el talante apropiado y conseguir ese descuento del 40%.







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