sábado, 24 de marzo de 2018

De soviéticas maneras (I)

A principio de año, mi hijo Alberto me dijo que quería ir a Rusia, que si lo acompañaba para rememorar nuestras andanzas por China que tanto éxito le depararon a este humilde cronista. Naturalmente acepté encantado y toda vez que mi segundo hijo (de un total de tres) en sus quince primaveras es un comunista acérrimo, decidimos que nos acompañara en una suerte de peregrinación por los Santos Lugares.

Pero se ve que tanto comunismo y en Semana Santa no es del agrado del Santísimo, que en vez de procurar la paz en el mundo, la eliminación de las injusticias o los sufrimientos, siempre es muy dado a fastidiar (si no hablar de Él diría putear) a sus siervos que abrazan ideas subversivas con pequeñas bromas de la que es muy aficionado. En esta ocasión, se valió de TAP para gastar una de las suyas. Nuestro plan original era volar de Sevilla a Madrid el viernes de Dolores (yo venía ya de Barcelona), encontrarnos allí con Alberto y con un amigo suyo, Álvaro, que venía con nosotros y seguir hasta Moscú vía Lisboa. Pero el avión de Madrid a la capital lusa acumulaba un retraso considerable y nos pusimos en contacto con TAP para ver qué solución nos proponía para salvar la conexión (épica la imagen de Alberto que se puso chanclas para salir y entrar por el control de seguridad de forma más expedita). Por hacer corta una historia larga, nos proponía pasar dos días en Lisboa y volar el domingo hacia Moscú (un retraso de 48 horas). Una vez llegados a Lisboa, vimos que muchos estaban en nuestra situación y que no nos daban ninguna alternativa razonable, ni siquiera hotel. Fue a través de twitter que conseguimos una combinación mucho mejor que nos hacía llegar a Moscú al día siguiente con unas 20 horas de retraso (se ve que el de arriba estos temas de las redes sociales no los acaba de dominar), pero estuvimos en la terminal hasta más de las dos de la madrugada para conseguir hotel. Por fin tenemos hotel, buscamos un taxista, personaje enigmático al que los presidios presumo que no le son ajenos, que nos lleva al hotel asignado que,  sorpresa! estaba completo. Después de un buen rato nos ofrecen como alternativa ir a Fátima (sin duda a expiar nuestros muchos pecados) a casi dos horas de camino: no les extrañó mucho que no quisiéramos. Por fin a las 3 de la madrugada entrábamos en un hotel que sí nos quería en el que dormimos tres horas que nos supieron a gloria. Y después, un desayuno buffet que es de lo mejor que hemos visto en nuestras vidas.

Me salto el proceso que pasamos para conseguir las tarjetas de embarque (con la compañía Siberian airlines que era la que nos llevaba de Roma a Moscú), la llegada a Moscú (-5º pero no mucha sensación de frío) y las gestiones en el aeropuerto. Por suerte, nuestro hostel está muy cerca del centro de Moscú, así que a eso de las 24h hemos salido a dar una vuelta y nos hemos quedado impresionadísimos con la grandeza de esta ciudad. Han sido cerca de 3 horas paseando y en las que hemos gozado cada minuto. Ahora son cerca de las 3:30 de la madrugada y creo que ya toca cerrar esta crónica
































2 comentarios :

  1. Me alegro de que al final pudieseis solucionarlo más o menos y ya estéis en Moscú. Me encantará acompañaros a través de esta crónica.
    Unas fotos maravillosas.
    Besos,
    Laura

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