jueves, 11 de julio de 2013

El making-of de "El hombre que nunca existió"

Recientemente he tenido el honor de que JotDown publique una entrada mía. En ella, narro una aventura que es, según el autor del texto (esto es: yo):
Un episodio conocido por muchos, pero con detalles fascinantes y no tan bien sabidos. En ella nos encontramos con engaños, aventuras, suspense, suerte, con espías, muchos espías, con personajes muy listos y otros aún más listos (parece que solo le falta el «amor verdadero» para ser La princesa prometida) y con un protagonista involuntario.
Es la historia del Hombre que nunca existió. En ella trato de narrar ese apasionante episodio de la Segunda Guerra Mundial a la vez que presento al lector la zona en la que transcurrió parte de la aventura.

Naturalmente, si alguien está interesado, lo remito a mi entrada ¿qué voy a decir de ella? A mi me gusta, por algo soy el autor. Aquí lo que pretendo es contar cómo se fraguó la escritura de dicha entrada y poner algunas de las fotos que tomé durante la fase de documentación.

Aprovechando la Feria de Sevilla que me proporcionaba una par de días de asueto y reprimiendo mis casi irrefrenables deseos de juerguista me dirigí primero a Huelva porque creía que tenía que visitar el Barrio Obrero, la Alameda Sundheim y la casa Colón. Además contaba con una par de bonus tracks: tomarme un café con mi amigo Mario (@mariomusan en Twitter) y tratar de buscar la tumba del protagonista de mi historia en el cementerio de Huelva.

Un par de vistas del Barrio Obrero (Huelva)

El café lo tomamos Mario y yo en lo que era la antigua casa del guarda del barrio obrero. Igual por esa razón alguien al transformarlo en bar le puso el original nombre de "La casa del guarda". Por cierto: la camarera de dicho bar me manifestó que le encantaba mi camiseta de la serie "The big bang theory" de la que se declaraba rendida admiradora.

La casa del guarda. El que está sentado con una chaqueta blanca es el bueno de Mario. 

Naturalmente Mario y yo conseguimos encontrar la tumba del comandante Martin, he de confesar que me faltó poco para que se me saltaran las lágrimas.

Se hacía tarde y quería llegar cuanto antes a Cartaya, el pueblo de mis mayores (que es como la gente que se la da de leída y/o usa gafas de pasta, entre los que me cuento, llama al pueblo en el que nacieron sus padres). Allí tuve que explicar un ciento de veces (puede que no fueran cien, pero se le acercó bastante) que no me iba a quedar con ellos sino en el hotel y que no iba a comer con ellos, sino en un restaurante, porque quería escribir una especie de guía. Mal que bien, conseguí alojarme en el fantástico y recomendable Hotel Plaza Chica, cuya dueña Loli me trató como si fuera de la familia (y puede que lo seamos).
Patio del Hotel Plaza 
Esa misma tarde fui al Rompido (oficialmente es una pedanía de Cartaya aunque a la gente de allí le cueste trabajo reconocerlo), allí me encontré con alguna gente en busca de consejo, como Chari Foncubierta (@cfoncu en Twitter) que tiene al Rompido como su paraíso particular y a mi primo Andrés que, con su habitual actitud displicente (en realidad: 1) la actitud habitual de mi primo dista mucho de ser displicente. 2) No tengo del todo claro qué significa "displicente", pero como no hay autor contemporáneo español que no utilice el dichoso término, yo no he tenido por más que colocarlo aquí)  ha dejado su vivienda en Sevilla para trasladarse al Rompido aunque eso le implique recorrer más de 250 km diarios para desplazarse hasta su trabajo: él es feliz viviendo allí. Su hermana, mi prima Mariluz, fue también alguien que me ayudó bastante, comentándome sobre la zona y prestándome algunos libros que tengo que recordar que aún no he devuelto.
Castillo de Cartaya
El día siguiente y último de mi periplo lo aproveché para ir desde el Rompido hasta Punta Umbría, recorriendo los bellos paisajes de la desembocadura del río Piedras que tanto me recuerdan a mi niñez.

Intento de foto artística por mi parte. Yo siempre he creído que "foto artística" era de una mujer desnuda, pero parece que no siempre 

En esta playa fue encontrado el comandante Martin

Por último, tal y como dije, Mario y yo conseguimos encontrar la tumba de Martin.

El atractivo autor de estas líneas ante la tumba del (involuntario) protagonista de la historia

4 comentarios :

  1. Atractivo no, atractivísimo! Que bien que sales en esa foto! Ahora me voy corriendito a leerme la entrada de jotdown.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias queridísima coautora (hoy te hemos echado de menos).

      Eliminar
  2. No sabía que te dedicabas a ese tipo de investigaciones. Suerte y sigue informando. Besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No me dedico a ello. Ha sido una cosa muy puntual. Por cierto, Anónimo, nos conocemos?

      Eliminar