viernes, 15 de abril de 2016

A China sin palo selfie. Días 11 y 12

Nuestra última mañana en Shanghai amaneció lluviosa, no muy propicia para patearmucho más la ciudad, así que fuimos al templo Jig'an que sólo lo habíamos visto mientras pasábamos por delante de él en el autobús. Creo que a palabra que mejor lo define es dorado, es muy dorado y se encuentra rodeado de rascacielos del Shanghai moderno. Al margen del templo en sí, que tenía su interés, puede que lo que más nos llamara la atención es que dentro de él y en un lateral había una serie de habitaciones que servían de velatorios: allí estaban los familiares de los muertos, en una sala que la presidía una mesa con ofrendas (frutas principalmente) y una foto del finado.
Teníamos que coger pronto el tren para Guilin, así que volvimos al hotel, recogimos nuestros bártulos y a la estación sur de Shanghai en un metro absolutamente atestado.
El tren hasta Guilin no sólo es el de mayor recorrido, sino el de menor categoría que hemos tomado hasta la fecha (el de Guilin hasta Shenzhen es inferior), pero eso le daba cierto encanto, además, tenía un bar que no se usaba y en una mesa del mismo pasamos buena parte de la tarde; el resto de la tropa prácticamente toda ella hasta que se acostaron, yo iba, charlaba un rato con ellos y me volvía a nuestro compartimiento a seguir leyendo. Ir recorriendo buena parte del sur de China casi paralelo al río Yangtze no sé porqué pero me proporcionaba una sensación muy cercana a la felicidad.
Una vez en Guilin se trataba de tomar un autobús que nos llevara a la estación sur de autobuses cosa que no era tan fácil porque todo estaba exclusivamente en Chino. Pero creo que lo conseguimos con nota.
El autobús hasta Yangshuo discurre casi paralelo al río Li y es algo difícil de describir (al menos para mí): la idea es los fondos de los paisajes de las pinturas clásicas chinas. De hecho, la imagen que aparece en los billetes de 20 yuanes es este paisaje.
Una vez en Yangshuo, otra caminata hasta encontrar el hostal y nada más instalarnos hemos salido a la calle para alquilar unas bicicletas y dar un paseo por los alrededores del pueblo: buscando siempre las riberas de los ríos que iban muy, muy subidos. A mitad del paseo (serían unos 15 km), dije algo que el resto de la tropa suscribió al 100%: «ya me ha merecido mucho la pena visitar Yangshuo», sólo por ese maravilloso paseo por caminos casi sin tráfico con el río a nuestro lado y montañas increíbles por doquier merece venir aquí.
Después de una buena ducha, hemos salido a dar un paseo por el pueblo y nos encontramos de nuevo que éste sí es un lugar que visitan los occidentales (al contrario que Zhunjiajiao, por ejemplo o los trenes en los que no nos hemos encontrado a ninguno): muchos restaurantes, tiendas, etc. Pero un ambiente muy agradable. Mañana, si el tiempo lo permite, intentaremos hacer un recorrido en barco por los lugares más interesantes del río Li y después tren hasta Shenzhen desde donde pasaremos a Hong Kong: esto se acaba.








































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